jueves, 11 de octubre de 2007

Justicia a los Templarios‏

CHINON, Francia.-
El gran maestre del Temple, Jacques de Molay, y 138 hermanos fueron detenidos por orden del rey de Francia Felipe el Hermoso el viernes 13 de octubre de 1307, hace exactamente 700 años, dando comienzo a una maldición que perdura hoy en día y a una de las leyendas más fascinantes de nuestra época.Los monjes-guerreros, propietarios de castillos, tierras y monasterios por toda Europa y Tierra Santa y convertidos en los banqueros más fiables del Medievo, fueron desposeídos de sus bienes, humillados, torturados y finalmente ajusticiados con la complicidad del Papa Clemente V.Molay y sus lugartenientes, sorprendidos a traición cuando regresaban de los funerales de la cuñada del rey, la condesa de Valois, pasarían casi siete años en prisión antes de ser quemados en la hoguera.La Torre del Homenaje en el castillo de Chinon, desde donde se otea el río Vienne, fue la cárcel de Molay y el escenario de un proceso judicial que aún sigue abierto para los historiadores.En Chinon, sometido en la actualidad a una completa reconstrucción, los templarios aguardaron inútilmente a que el Papa de Aviñón les salvara de las acusaciones formuladas por el rey de Francia.Ritos obscenos de iniciación, sodomía, adoración a un gato, escupir a la imagen de Cristo... fueron los cargos presentados contra los templarios y que muchos de ellos reconocieron tras ser torturados.La Iglesia, que no veía con buenos ojos la persecución desatada por el rey francés y conocía los "recursos" utilizados para que los reos se autoinculparan, exigió que a los templarios se les permitiera defenderse.Pero los sucesivos procesos judiciales canónicos y civiles, como el llevado a cabo en Chinon por una comisión papal de tres cardenales, no sirvieron para exonerar a los caballeros, que dejaron en las paredes de su mazmorra unas inquietantes inscripciones, conocidas como los "grafiti de Chinon", donde aparece buena parte de la simbología templaria.Los interrogatorios papales a los templarios en este castillo dieron como resultado su absolución por Clemente, según consta en un documento hallado en 2002 en los archivos secretos vaticanos.El pergamino papal, fechado en Chinon en 1308 y que se puede consultar en la biblioteca vaticana, acogía nuevamente a los templarios bajo el manto de la Iglesia.
Disolución de la orden
Sin embargo, la absolución papal no convenció a Felipe el Hermoso, que consiguió en 1312 que el Concilio de Vienne decretara en la práctica la disolución de la orden.En todos esos años se sucedieron los interrogatorios, las confesiones bajo tortura, las retractaciones, los concilios y las bulas papales hasta que, finalmente, Molay y los suyos terminaron encerrados en la Casa del Temple, en París, dejados a la suerte de Felipe IV y de su valido Guillermo de Nogaret.Tras ser enjuiciados en Notre Dame por una nueva comisión papal y condenados a cadena perpetua, Molay y Godofredo de Charnay, comendador de Normandía, se retractaron de sus confesiones de culpabilidad y, por ello, fueron conducidos a la hoguera, el 18 de marzo de 1314.En la pira instalada en la isla de los judíos, en el Sena, mientras las llamas abrasaban su piel, Molay lanzó su maldición a quienes les habían conducido al cadalso: no tardarían más de un año en someterse al Juicio Final.Y así fue: el Papa de Aviñón murió un mes y dos días después de las ejecuciones, Nogaret en mayo y Felipe IV cayó desplomado el 29 de noviembre cuando cazaba por los bosques de Fontainebleau, a sólo ocho meses de la muerte de Molay. Su dinastía, la de los Capeto, desaparecería catorce años después.Decenas de templarios fueron ejecutados en Francia entre 1307 y 1314, pero la persecución, a pesar de los deseos franceses, fue menor en España, Inglaterra, Italia o Alemania debido a la oposición de sus monarcas y a que fueron rechazados los cargos.Los innumerables bienes del Temple, eso sí, fueron confiscados en toda Europa y entregados a la Orden del Hospital de San Juan por expresa orden del Papa, salvo en la península ibérica, donde surgieron nuevas órdenes militares que asumirían la herencia templaria, como las de Montesa y los Caballeros de Cristo.En la desvencijada fortaleza de Chinon, llena de referencias a Juana de Arco y Ricardo Corazón de León, el arquitecto jefe encargado de las obras, Arnaud de Saint-Jouan (curiosamente apellidado San Juan, una de esas coincidencias templarias que tanto fascinan), defiende el derecho a reconstruir el castillo frente a quienes prefieren dejar las ruinas al desnudo.Entre los andamios que cubren hoy el Donjon du Coudray (la Torre del Homenaje), los templarios aguardan su absolución final, quizá el próximo 25 de octubre cuando el Vaticano, según ha anunciado, haga públicos todos los documentos de uno de los juicios más ignominiosos de la historia.

N:N:D:E:T:S
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2 comentarios:

Caballero del Temple dijo...

A portas de un nuevo 13 de octubre, la editorial TEMPLEESPAÑA escribe en su editorial lo siguiente:

"El VIERNES, 13 DE OCTUBRE DE 1307

Setecientos años de un crimen, setecientos años de una injusticia, setecientos años de una desgracia, no siempre son suficientes para olvidarla. Siete siglos han pasado desde que el rey de Francia Felipe IV el Hermoso ordenara a su ministro Guillermo de Nogaret que apresara a los templarios residentes en dicho país, a quienes acusaría de toda suerte de herejías para poder apropiarse de sus bienes y suspender la deuda contraída con ellos, en un proceso lleno de falsedades, torturas y presiones, que terminaron con la suspensión de la Orden del Templo por la bula Vox in excelsis del papa Clemente V (22/3/1312) y la muerte en la hoguera del último maestre Jacques de Molay junto a su preceptor de Normandía Geoffroy de Charnay (18/3/1314).
Aunque su inocencia fue defendida incluso entonces tanto por autoridades religiosas como políticas, no quedó probada hasta que la investigadora Bárbara Frale descubrió en 2001 en los Archivos Vaticanos un documento del citado pontífice en el que aseguraba la invalidez de los cargos contra la Orden.
Aprovechando la niebla de secretos y misterios que ya en tiempos medievales se cernía sobre lo templario, a partir del siglo XVIII infinidad de mistificadores, arribistas, falsarios, advenedizos, manipuladores, negociantes y sectarios se han apropiado y se siguen apropiando con el menor descaro de este adjetivo para calificar a sus disparatadas ideas, teorías, enseñanzas, publicaciones o grupos, con el bastardo afán de alimentar su ego, enriquecerse maquiavélicamente o dañar la imagen de la Iglesia Católica. Precisamente hoy día, más de cuatrocientos grupos de toda índole se apellidan templarios, y las estanterías se encuentran repletas de libros inanes que abordan el tema de forma directa o lo utilizan de soslayo. Los templarios están de moda, por desgracia. No porque no sea un asunto realmente apasionante –como tantos otros en la Historia- sino porque como todo lo que se convierte en negocio, la verdad se supedita al beneficio económico o al interés ideológico.
En la arrolladora corriente de laicismo secularista que ya sin disimulo arremete contra el Cristianismo en el mundo, muchos de quienes de forma más o menos activa y premeditada alimentan este destructivo vendaval han encontrado en la Orden del Templo una pieza clave con la que sostener la estructura de sus argumentos. Escudados en las lógicas incertidumbres medievales, han respondido a los interrogantes que existen respecto a los templarios, no solo de modo atrevido y sin la mínima rigurosidad en el método, sino al servicio de dicha intención relativista y descristianizadora, desvirtuando a sabiendas la realidad.
Para combatir esto, además de para enfrentarse al hecho histórico con objetividad, entre otros fines, se fundó en 2001 la Sociedad de Estudios Templarios y Medievales TEMPLESPAÑA, cuyo BOLETÍN TEMPLE vuelve con ilusión y modestia a su ojos, apreciado lector, junto a las debidas disculpas por la prolongada ausencia, motivada por los abundantes y trabajosos proyectos que, afortunadamente, pasan por nuestras manos, pocas y de limitada destreza.
Con el anhelo y la esperanza –no la exigencia de otros– de que esta efeméride sea aprovechada por la Iglesia Católica –quien, como Fons Honoris de la Orden, es la única que tiene la legitimidad imprescindible– para actuar con seriedad y valentía en la vivificación del espíritu templario, el cual, aunque siempre ha permanecido evidentemente vivo, se articule y concrete de la forma y manera adecuadas en la sociedad actual, no solo para desautorizar definitivamente a todos los que prostituyen el buen nombre y legado de la Orden del Templo, sino para continuar de forma auténtica y activa con el mismo ideal con el que nació en Jerusalén:

“Non nobis, Domine, non nobis, sed Nomini Tuo da gloriam”."

Marcelo TM dijo...

700 años... wow cómo pasa el tiempo! :-P

Saludos a todos aquellos que nos inspiramos en el simbolismo templario sin "prostituir" su nombre ;-)