lunes, 10 de noviembre de 2008

Hombre Perfecto


Algunos de nosotros tenemos una concepción adoptada acerca de un “mejor hombre” desde un punto de vista valórico. Aquél que tiene principios claros y está orientado al bien, por lo tanto actúa siempre en consecuencia de ello. Está en una constante búsqueda de la verdad lo que le otorga un gran criterio y una mente abierta. Es casi como una manifestación sublime del concepto de hombre que se lograría con una acción propia e interna y que por consecuencia repercutiría en nuestro entorno y en nuestros semejantes. Es el denominado “hombre integral”.

Desde el “hombre integral”, valóricamente completo, al “hombre perfecto” solo faltaría un cuerpo “físicamente completo”. Es decir, mente sana en cuerpo sano.

Esto es desde un punto de vista laico, pero ¿qué hay del alma o el espíritu?. Seguramente un “hombre perfecto” tendría que ser también completo con respecto a su lazo con la divinidad, pero esto ya depende de las creencias de cada individuo.

Revisemos brevemente lo que han tratado algunos filósofos al respecto en dos corrientes que me parecen en sumo interesantes:

Nietzsche pensaba que la estructura propia del ser humano es la de ser un cuerpo viviente. Es decir, no considera el cuerpo como un “traje” o un “recipiente” sino más bien como el ser del hombre, su sí mismo íntegro. El espíritu no sería más que un simple acontecimiento en la vida del cuerpo. Es por esto que para Nietzsche los fenómenos corporales son más ricos que los fenómenos espirituales e incluso los instintivos, por lo tanto tendría más relevancia la vida consciente.

Sri Aurobindo, al contrario, afirma que el hombre es un espíritu, es un alma que se manifiesta en los vehículos inferiores como son la mente y el cuerpo, y que en esencia es eterna, por lo que está sobre la propia vida. Entonces lo espiritual toma relevante importancia ya que sería esta la característica que controla y armoniza al ser humano.

Entonces ya podemos sospechar las diferencias entre el “superhombre” que propone Nietzsche al que propone Aurobindo. Para Nietzsche el superhombre es simplemente un hombre superior al hombre ordinario, como una manifestación más poderosa de la voluntad de poder. Este superhombre expresa nobleza, pureza de instintos, liviandad, supervitalidad y risa. Para Sri Aurobindo el superhombre se revela distante al hombre ordinario por lo que lo denomina “suprahombre”. Este suprahombre manifiesta una conciencia supramental, es decir, una conciencia-fuerza, una conciencia que es al mismo tiempo poder. Aquél ser sería una especie de encarnación divina en la tierra por lo que podría alcanzar un conocimiento integral de la realidad.

Como se sabe, en Nietzsche la negación de Dios es clara, pero independiente de las creencias religiosas yo pongo en duda si la definición del “suprahombre” de Aurobindo puede seguir considerándose “humano” ya que estaría más conectado a lo divino por lo que se convertiría en una especie de híbrido entre hombre y Dios. En cambio el “superhombre” de Nietzsche, sería como el humano perfecto, con origen y destino en el mundo animal.

¿Se podría lograr este superhombre? Tal vez no, si confiamos en el sistema de selección natural en el ser humano ya que, a diferencia del resto de los animales, al ser una especie “civilizada” ya no seleccionamos a nuestros mejores ejemplares para que se reproduzcan sino que, por el contario, ayudamos a vivir a nuestros discapacitados y a nuestros semejantes con defectos genéticos que transmitirán esas características a sus hijos y así sucesivamente. Nos multiplicamos más y nos alimentamos cada vez peor y si sumamos la gran cantidad de defectos genéticos que no se eliminarán por selección natural, perfectamente podríamos pensar que vamos hacia atrás en esta carrera de ser un “mejor ser humano” (como especie) en virtud de la solidaridad.

Pero la tecnología avanza y cualquier soñador podría pensar que en la ciencia puede estar la solución a esto. De hecho con el desciframiento del genoma humano se dio un paso importante en este ámbito y hoy en día ya se han identificado cerca de 4.000 defectos de nacimientos conocidos(*) y estos pueden provocar impedimentos emocionales, mentales y/o físicos, otros pueden ser fatales. Algunos de los defectos de nacimiento más comunes son la enfermedad de Tay-Sach, distrofia muscular, anemia drepanocítica, el síndrome del cromosoma X frágil, entre otros (breve artículo AQUI). De hecho una fecundación in-vitro es selectiva ya que permite elegir entre los espermios y óvulos sin defectos (o con los menos defectos posibles) para tener bebés más sanos, aunque ya han aparecido casos de padres que piden, como requisito, que su hijo nazca deliberadamente con el mismo defecto genético que ellos, como la sordera que es una característica recesiva, algo que ha generado más de un debate ético entre los profesionales del área. En este caso la pareja de padres sordos no se consideran discapacitados por poseer esta característica (más info AQUI).

Como conclusión, podemos pensar que la “concepción humana” de las características que debería tener un “ser humano perfecto” puede variar dependiendo de los conceptos valóricos y espirituales de cada persona, pero también podemos pensar que existe una característica natural ideal del hombre como especie, como animal. Así como el tigre obtiene las garras para que sea un perfecto cazador o como logra la araña la capacidad de generar y tejer la tela perfecta con la cual caza a sus presas, el ser humano debe tener un perfil natural ideal.

¿Qué pasaría si el ser humano dejara que la selección natural (o artificial) actuara? Esto tiene un nombre: Eugenesia. El siempre cuestionado control de natalidad y la selección de quienes pueden reproducirse y quienes no. Tal vez una actitud que hoy en día podría considerarse anti-humana por ser discriminatoria e inmoral pero que más de alguno de nosotros en un momento de frialdad ha pensado que podría ser la solución a una gran parte de los problemas sociales que hay en el mundo como el hambre, la enfermedad o la violencia.

Por el momento solo pienso en el mejoramiento continuo con los mejores valores que se pueden rescatar de nuestra sociedad, tanto moral como espiritualmente, y en el aprendizaje de nuestro actuar en la vida aunque en el fondo siempre busque en los límites de los acontecimientos y la realidad como en el pensar, no en el mejoramiento… sino en el perfeccionamiento.

NND
Marcelo TM

(*) Se consideran defectos genéticos a aquellas anormalidades de la estructura o de la función que un bebé presenta en el momento de su nacimiento.