El Misticismo que tiende a revelar las extraordinarias realidades contemplativas del UNIVERSO, fue transmitido por Dios a Moisés, el eminente legislador del Pueblo Hebreo, durante su histórica permanencia en el Monte Sinaí.
Por lo cual el vocablo hebreo CÁBALA significa tradición y a la vez transmisión. Resulta ser, por lo tanto, la Mística y la Metafísica hebrea, carente de toda idea de superstición o brujería.
Los estudios cabalísticos y esotéricos hebreos abarcan la alta metafísica, la Cosmología, la Etnografía, la Gnosis, la Antología y la Geometría, así como la íntima contextura del UNIVERSO, obra del G:.A:.D:.U:. de Dios, de la propia Divinidad.
Tradición, como hemos dicho, significa sin embargo, ilustrar y adoctrinar todo lo recóndito de cara a la creación del Mundo y al MONOTEISMO INTEGRAL.
Claro está que la CÁBALA discrepa de determinados misticismos, producto de una orientación pagana del hombre colocado frente a los distintos fenómenos de la Naturaleza, como las tormentas, terremotos y otros acontecimientos aparentemente enigmáticos. Es por lo tanto la Gnosis y la Teosofía del Pueblo Hebreo.
Saturado de espiritualidad, éste último, ajeno por supuesto a toda consideración de tipo material, entrañablemente vinculado a la DIVINA MAJESTAD, INCORPOREA E INVISIBLE, cuya naturaleza resulta ser incomprensible. Los filósofos griegos, tan solamente lograron asimilar juicio y agudeza, 2000 años después de los hebreos.
Con ello deseo sencillamente subrayar que para conseguir un estudio predilecto de la CÁBALA, conviene alejarse del mundo exterior y de toda tendencia materialista con miras a una mayor avenencia de la Divinidad.
Los cabalistas hebreos se preocupan, junto a su desvelo y devoción, de averiguar los secretos relativos a la estructura del Universo, de los misterios del Cielo, llamados en hebreo; SOD. La CÁBALA es por lo tanto, la piedra fundamental de la Tradición esotérica hebrea. Es un cuerpo filosófico que se encuentra entremezclado en los textos bíblicos y talmúdicos, principalmente en el ANTIGUO TESTAMENTO, así como en el vasto complejo simbólico, alquímico, y astrológico, entre los que se incluye también el Tarot; esa baraja misteriosa que resulta ser de extraños orígenes, pero que se relaciona íntimamente con el vocablo TORA.
De acuerdo, pues, con la tradición, la CÁBALA es la revelación de Dios recibida por Moisés por conducto del arcángel Metatrón, el cual se encuentra cara a cara con Dios.
De sus orígenes se dice que fue sólo reservada a la tradición oral, habiendo sido transmitida en los tiempos bíblicos por el ilustrísimo sabio hebreo RABÍ SIMEÓN BARYOHAY a través del ZOHAR o LIBRO DE LOS ESPLENDORES.
Acceder al contenido de la referida OBRA MAESTRA resulta particularmente difícil, toda vez que se requiere para ello un perfecto conocimiento del idioma hebreo y del idioma caldeo.
Pero en el transcurso del siglo XII apareció escrita en España por el insigne cabalista don MOISÉS DE LEÓN y, por consiguiente, asequible al mundo occidental por conducto de la obra de Pico della Mirándola, Von Konrath, Cornelio Agrippa etc.
No obstante, la tradición había permanecido en secreto debido a la persecución de la Inquisición y al desinterés de la ciencia materialista. Debido a esta existencia subterránea, el Occidente buscó en Oriente la Sabiduría secreta, ignorando su condición oculta.
Resulta que lo poco que se había escrito corría peligro de ser destruido. Aún hoy día, vemos resultados de esto, ya que una gran mayoría de los estudiantes de ocultismo de Occidente buscan la iluminación sólo en las fuentes orientales.
Afortunadamente, la sabiduría de la CÁBALA puede resumirse en el único y maravilloso ÁRBOL DE VIDA.
El Árbol de Vida es una especie de sistema-archivo universal, sobre el que pueden hilarse, no sólo los datos adquiridos por los sentidos en el mundo físico, sino, también, los obtenidos por distintos métodos en los mundos interiores, es decir en el mundo subjetivo como en el objetivo.
Vamos a hacer un estudio sencillo de este diagrama en el que está condensada la sabiduría de la Cábala. Con su estudio, en profundidad, naturalmente, se nos devela la estructura del Universo así como los misterios de la Creación y los enigmas de los hombres.
Se suele decir que mediante el conocimiento de la Cábala, Creador y hombre están en permanente diálogo:
Para su mayor conocimiento, los Cabalistas la han dividido en 4 partes:
1º- Cábala dogmática; 2º - Cábala literal; 3º- Cábala práctica y 4º- Cábala no escrita.
La Cábala dogmática estudia la doctrina exterior tal y como aparece en las Obras magnas: EL ZOHAR O LIBRO DEL ESPLENDOR, EL TALMUD O DESARROLLO DE TODA LA TEOLOGÍA HEBREA, EL SEFER YETSIRAH O LIBRO DE LA FORMACIÓN.
La Cábala literal se divide a su vez en tres métodos:
1º- GUEMATRIA O GEOMETRÍA: Método que estudia el valor numérico de los vocablos de la BIBLIA. Libro sacro-santo cifrado (guarismo), donde cada letra dispone de una numeración específica; cosa de ineludible necesidad y utilidad, toda vez que mediante ecuaciones algebraicas se convierte en identidad cuando son sustituidas por determinados valores.
2º- NOTARICON: Es un método que suele usarse de dos maneras: en primer lugar formando una palabra con las iniciales o terminaciones de los vocablos que forman una frase; o tomando las letras de una palabra y convirtiéndola en iniciales o finales de una oración.
3º- TEMURA: Es un método de permutación algo complejo.
La Cábala no escrita ha sido transmitida de forma oral y directa en el transcurso de los tiempos, y su secreto jamás ha sido traicionado, aún en nuestros días, en que observamos como se habla de estudios cabalísticos y esotéricos que poco tienen que ver con la verdadera Cábala hebrea, muy ajena a la fe, la nomelogía y otras disciplinas similares.
Como queda anteriormente indicado, el Árbol de vida es un diagrama, un símbolo compuesto, que tiene por objeto representar el COSMOS en su integridad, y, a la vez, el Alma del ser humano, en relación con el referido Cosmos.
Cuanto más se estudia dicho símbolo, más se da uno cuenta de que constituye una representación perfectamente adecuada, y que lo podemos utilizar para investigar y calcular todas las complicaciones de la existencia, tanto visible como invisible, así como la Naturaleza externa y las profundidades del Alma.
En primer lugar, hemos de tener en cuenta que estamos a punto de iniciar el verdadero estudio de la Ciencia Secreta; es decir de la que está detrás del velo de la existencia física, no sólo la del organismo humano y la persona en general, sino del planeta y todo lo que hay en él y, más aún, de todo lo que está manifestado físicamente en el Universo.
Se trata de un conjunto de Diez Esferas, llamadas en hebreo SEFIROT, y por las líneas que las relacionan, que son los 32 Senderos Sagrados, representados, en primer lugar, por las 22 letras del alfabeto hebreo y, en segundo lugar, por las 10 Sefirot o Atributos del Señor Todopoderoso.
A cada SEFIRA ( singular de SEFIROT ) corresponde un número del 1 al 10; ya que a cada uno de los senderos corresponde una letra hebrea combinada, a su vez, con cada uno de los Arcanos mayores.
Cada Sefira representa una fase de la evolución, con arreglo al tradicional lenguaje de los Reverendos Cabalistas, y se las denomina "LAS DIEZ EMANACIONES DIVINAS". Los senderos que se encuentran entre ellas son fases de la conciencia subjetiva; son las sendas por las que pasa el Alma en su realización en el COSMOS.
Vamos a tratar de los elementos de la referida filosofía que respaldan las técnicas mágicas, descubriendo el Árbol de la Vida. Daré tan sólo los fundamentos de la referida filosofía, toda vez que cada persona debe profundizar en el estudio de la Cábala de manera personal. Siendo estas líneas una visión personal del tema.
Ya hemos visto que el ÁRBOL DE LA VIDA es un diagrama de las fuerzas que operan en el Universo. Lo mismo que el astrólogo clasifica el carácter humano en 12 tipos distintos, también el Arbol de la Vida dispone de 10 categorías esenciales en las que las cualidades de la vida se pueden dividir. Estudiando cada Esfera o Sefira por separado, en relación con el mecanismo de la vida en cada plano.
BOLETÍN TEMPLE Nº 31, Noviembre de 2001